El 12 de Enero de 2011 se cumplió un año del fuerte terremoto de 7.2 grados ocurrido en Haití donde se calcula según las nuevas cifras, que perecieron sobre las 300,000 personas. Se recogió una millonada de dinero con el fin de ayudar a los haitianos. Actualmente la situación está casi intacta y los esfuerzos parecen ínfimos. La gente sigue sin hogar, se cubren con sabanas, carecen de agua potable, de educación para los niños, y la sanidad sigue siendo deplorable. Una epidemia de cólera ha cobrado numerosas vidas. En medio de esta desgracia, se le suma el aprovechamiento político para adelantar las agendas de los altos intereses. Los millones de ayudas parecen que están retenidos en los bolsillos de los políticos quienes al momento actúan lentísimo a la hora de implementar ayudas. Se sabe que existe la incumbencia americana dentro de la política de reconstrucción de Haití donde Bill Clinton se ha vinculado de forma estratégica. Se afirma que $3 mil millones se han aprobado para implementar un plan de recuperación. ¿Cuántos más tienen que morir para que puedan avanzar a hacer algo? Esperemos que la Comisión Interina para la Recuperación de Haití (CIRH), pueda actuar prontamente para que Haití no siga muriendo como hasta hoy. Al momento, el esfuerzo es casi invisible. Ojala que la ayuda para Haití pase de la teoría y de registros de papel a una clase de ayuda tangible que salve vidas, sacie la sed, brinde techos, brinde sanidad, refugio y abrigo a la gente que continua muriendo. Esperemos que todas esas ONG no sirvan de una fachada de robo a millones de personas sino que sirva para un pronto esfuerzo pragmático de acción social. Pues es hoy que necesitan ayuda. Y ojala que los racistas que dominan mucha de la política internacional no sigan entorpeciendo la fluidez de la ayuda ya recogida a un pueblo que se encuentra agonizando. Ojala que los políticos en vez de usar las crisis sociales para adelantar sus causas políticas, actúen como humanos algún día para brindar abrigo y sanidad a quien lo necesita.
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