En un video que dura exactamente 8 minutos y 22 segundos, la columnista y filósofa Tere Marinovic, ocupa su espacio semanal en radio Bío-Bío para hacer pedazos el Día de la Mujer,
“Sabe usted que hace algunos años, un grupo de mujeres (feministas furibundas) entró a las dependencias de una conocida revista norteamericana, para protestar por el hecho de no disponer de un espacio para los temas que les interesaban a ellas. Temas de género, se les dice hoy. En vez de echarlas o, por último, irse para la casa, el editor se sentó 11 horas a negociar con esas mujeres y terminó cediéndoles una sección especial en la revista. Y pagándoles un rescate, entre comillas, de 10 mil dólares. En otra revista, el mismo movimiento logró controlarla permanentemente, metiéndose a la fuerza al directorio. Estas son las estrategias de las feministas más radicales que celebran hoy el Día de la Mujer”, abre los fuegos Marinovic.
“Me siento obligada a interpelar a los hombres, a los supuestos opresores”, prosigue, para luego exclamar “¿son tontos o se hacen? ¿Pretenden quedarse de manos cruzadas o van a hacer algo para contradecir las tergiversaciones delirantes del feminismo?”.
Afirma que el silencio masculino denota que eso de que mandan no es tal. En ese sentido, dice que se pregunta cuánto tiempo falta para que alcen la voz.
Afirma la columnista que “dentro de ese movimiento histérico que se llama feminista, hay varias corrientes: la más moderada aspira a la igualdad económica entre hombres y mujeres, cuestión más o menos razonable si se cumple con las mismas funciones. Con eso yo, al menos, podría estar de acuerdo, pero se mismo movimiento exige cuotas: cuotas en la universidad y en la empresa. El punto es que, asumiendo que quizá hay hombres que producen más que las mujeres, ¿qué se hace con ello? ¿Se purgan? ¿A título de qué? ¿De que son hombres? De hecho, la misma Presidenta, hiper sensible con este tipo de temas, no fue capaz de lograr la equidad de género dentro de su mismo gabinete. ¿Qué fue eso? ¿Mera casualidad? ¿Una imposibilidad metafísica?”.
Agrega que “en el mercado laboral capitalista, la mujer que se dedica a su trabajo y produce suficientemente no es discriminada, y no lo es por una razón muy obvia. Egoísta para los que tienen la manía de usar la moral cuando les conviene. Si una empleada es mal pagada y muy productiva, terminará yéndose”.
“Téngase bien presente, fue la sociedad pre-capitalista y feudal la que oprimió a la mujer, la que pensaba en ella y en sus bienes como propiedad del hombre. Es ridículo y falso de falsedad absoluta que sea este modelo el que las discrimina. Ocurre también que muchas veces, y por elección propia, las mujeres eligen trabajos que no exigen una dedicación completa y tampoco un compromiso de largo plazo. ¿Cómo se puede ser gerente general de una empresa, por ejemplo, si se quiere tener hijos y dedicarse a ello? Es muy difícil, sino imposible, salvo que otras mujeres (la nana, la parvularia, la abuela, se hagan cargo). ¿Cómo explican las feministas este fenómeno? Muy simple, con la idea de que las mujeres han sufrido un lavado de cerebro. O sea, que si prefieren dedicarse a la crianza o sacrificar un poco lo laboral, no saben lo que quieren. Qués es Esto es un argumento sin fundamento. Una razón que en el fondo es imposible de demostrar y que parte de la base de que las mujeres son tan, TAN idiotas, que no saben lo que quieren”, apunta.
Se pregunta: “¿Qué explicación hay para el hecho de que sean los hombres los que han dominado siempre en el ámbito público? ¿Y que mayoritariamente sean ellos los que ocupan puestos de poder? ¿No cabe, acaso, la posibilidad de algún tipo de superioridad suya, al menos algunos aspectos, como nosotras la tenemos en otras áreas? ¿No es verdad que los negros tienen mejores condiciones físicas que los blancos? ¿Que los ingleses tienen, evidentemente, más sentido del humor que los alemanes? ¿Que los caribeños son más alegres que los nórdicos? ¿Y las venezolanas más buenamozas que las chilenas? ¿Qué tiene de malo reconocer o constatar superioridades parciales de un grupo respecto de otro?”.
Mujeres comparadas con negros
Marinovic luego habla de “otro movimiento feminista, mucho más extremista que compara la situación de la mujer con la de los negros en la época de la esclavitud y que propone que sea el Estado el que administre a los niños y las guaguas sean concebidas en una probeta. A estas mujeres quiero decirles algo: En una relación de pareja, ¿quién es la que casi siempre insiste en casarse? La mujer, el hombre no la obliga. ¿Quién es la que sueña con tener hijos? La mujer, nadie la obliga tampoco. ¿De dónde nacen los chistes sobre los hombres mandados por sus mujeres? La expresión de macabeo, ¿tiene algún sustento o es un estratagema sexista para someter a la mujer a un yugo más pesado que el que ya carga? yo creo que no”.
“Es verdad que la situación de la mujer es muy distinta a la de tiempo atrás. Muchas se ven obligadas a trabajar y a criar solas a sus hijos. ¿De dónde viene eso? ¿En qué momento de la historia los patanes de turno empezaron a sentirse con el derecho a desentenderse de los hijos que concibieron? Desde que las feministas empezaron a promover la supuesta y famosa liberación femenina. Ha sido esta y no otra, la estúpida ideología que ha dejado a la mujer en la más absoluta de las desprotecciones y la ha sacado de la cómoda y nunca bien ponderada condición de ‘mantenida’”, profiere.
También refiere “otras feministas, en cambio, proponen que hombres y mujeres compartan todos los trabajos, domésticos y profesionales, y en la misma proporción. O sea, mitad de tiempo trabajando y mitad de tiempo criando, con tiempos alternados. ¿A qué está condenada una pareja que se organiza así? Muy simple, a vivir como hippies”.
“La guinda de la torta, la más locas de las locas, sugieren dejar de tener sexo heterosexual. O sea, hacer un verdadero llamado al lesbianismo andrófobo, amargado, neurótico, e incluso, psicótico”, exclama.
“En el Día de la Mujer, hago un llamado al hombre para que salga de su condición de pelotudo. Y a las mujeres a que cultiven su feminidad, a que no vean en un piropo una agresión (un piropo, no una chabacanería). Las invito a no tener vergüenza por vestirse para atraer al hombre, a dejar de lado la idiotez de pensar que esa es una forma de sumisión. Las llamo a tener éxito en esa empresa, porque a fin de cuentas la mujer es objeto sexual del hombre, en la misma medida en que el hombre es objeto sexual de la mujer. Por supuesto, todas queremos ser más que un objeto sexual, queremos ser objeto de amor, pero eso es imposible si en una relación hombre-mujer uno de los dos se siente amenazado o piensa que el otro es un enemigo del que hay que defenderse. Esa lógica feminista es, en el fondo, la versión renovada del marxismo, en la que la clase reprimida es la femenina y la opresora es la masculina. Las relaciones humanas se conciben así, como una lucha de poder en la que hay un vencedor y un vencido, pero al final dos personas solas. Hoy es el Día de la Mujer y quiero interpelar a los hombres, ya que no se atreven a desafiarlas, exijan por lo menos lo propio: un Día del Hombre, cervezas para el Día de los Enamorados, asados todos los fines de semana y fútbol ilimitado en la pantalla”, cierra.
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