Miraba la triste escena en la televisión la noticia de una mala madre que dio muerte a golpes a su pequeño hijo porque simplemente nunca quiso tenerlo. Antes de que el pequeño siquiera hubiera nacido, ella se golpeaba su vientre para tratar de matar aquel hijo que en ella se formaba. Luego de nacido, el pequeñuelo, todavía sin saber el bien ni el mal, recibía constantemente los golpes de la que lo dio a luz quien finalmente terminó con la vida del pequeño a causa de su última golpiza.
Miraba la triste escena, pasada una semana del anterior caso, donde una buena madre estaba muy contenta y entusiasmada porque daría a luz a su primer hijo. Durante largos nueve meses estuvo esperando el momento de ver a su pequeño ver la luz. Con mucho cariño compró ropita tierna, un cuarto lleno de cosas lindas y detallitos de amor y le preparó un hermoso moisés a su futura criatura. Pasaron los meses y vio su deseo cumplido. Dios a luz a su hijo, sin embargo, algo sucedió antes que naciera… Por los movimientos naturales del bebé dentro del vientre, se formó un nudo de tal forma que impedía que recibiera oxígeno. Al nacer, los médicos hicieron todo lo que pudieron para brindarle oxígeno al pequeño, sin embargo, expiró ante la mirada incrédula de todos. La madre recibió su cuerpecito con el corazón destrozado bebiendo en dolor sus lágrimas. Un dolor tan grande que no hay palabras que pueda calmarlo. En el entierro de la criatura, la madre gritaba desconsolada “¿porqué te me fuiste?, si yo estaba preparada para amarte…”.
En cosas de la vida que no puedo entender, sólo puedo más que llorar y ver como permanecemos con nuestro nudo en la garganta sin saber que hacer.
A pesar de nuestra incapacidad frente a estas cosas de la vida, hay un cielo donde todos estos pequeños viven en paz bajo la sombra y cuidado de Dios el Creador.
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